El Kolijke: Microhistoria del cerro encorvado

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Para llegar a la reserva ecológica de Kolijke el viajero debe recorrer parte de la carretera que va de Huauchinango a Patla, un camino paralelo al río Necaxa que bordea la vieja presa del mismo nombre. Hace varias décadas esta carretera llevaba a Poza Rica, Veracruz. Hoy es una importante vía de flujos y comunicación en esta región de la Sierra Norte de Puebla.
 
A lo largo del viaje, el cambio en la vegetación y el clima es notorio pues conforme se avanza, la altura disminuye; el viajero se acerca al nivel del mar. Esta característica maravilló a los viajeros del siglo XIX, quienes dejaron registro de ello en las crónicas de sus expediciones a esta zona, como el geógrafo y naturalista Antonio García Cubas en 1865 cuando realizó, junto con una comisión científica, una expedición a esta región.
Plano de la Sierra de Huauchinango, por Antonio García Cubas (1865)
Cerca de Huauchinango, abundan los pinares y el ambiente es frío. En Necaxa, se siente mayor humedad, en las paredes de los cerros se ven especies de helechos arborescentes y el viento es fresco. Cerca de Xicotepec hace más calor, pero el tiempo es caótico y parece ser parte de la identidad local. En la entrada del pueblo hay un gran cartel que dice: “Bienvenidos a Xicotepec: Si no le gusta el clima, regrese en 20 minutos”.
Entrada al pueblo de Xicotepec, 2019. Fotografía del autor
La carretera continúa y los pinos ya no figuran en el paisaje, no así los platanares y las bromelias en los árboles. Al pasar el pequeño pueblo de Mazacoatlán, el camino es más inclinado y el clima tropical se hace notorio. Del lado derecho del camino, donde está la barranca de Patla y fluye el río Necaxa, se pueden percibir desfiladeros y grandes montañas verdes, pero cerca del camino al pueblo nahua de Telolotla y la desviación que baja a la vieja hidroeléctrica de Patla, emerge, al fondo, la imponente figura de un cerro inclinado, revestido de bosques y a veces cobijado por la niebla: el Kolijke.
El cerro Kolijke y parte de la barranca de Patla.
Fotografía del autor.
¿Qué significa Kolijke?
La palabra Kolijke tiene un significado difuso. En algunas variantes de la lengua totonaca “kgolo” significa “viejo” o “encorvado”. Sin embargo, la partícula “-ke” parece no tener un significado claro en esa lengua. Esta región de la Sierra Norte de Puebla ha sido y es habitada por distintos pueblos: la parte occidental, como Huauchinango y Xicotepec, por pueblos nahuas. Y la parte más oriental, en las zonas que corresponden con la gran totonacapan, por pueblos tutunakú. Sin embargo, antes de la llegada de estos pueblos, esta región fue habitada por los huastecos, cuya lengua es de origen mayanse. En esa lengua, la partícula “-te” se refiere a “rama”, “tronco” o “árbol”. Por otro lado, el árbol denominado localmente “kolí” y que conocemos científicamente como Ulmus mexicana (olmo), cuando es muy viejo y, por lo tanto, muy alto, se encorva; y al parecer, la palabra “kolijke” también podría hacer referencia a este árbol cuando ya es viejo. De tal forma, kolijke podría traducirse como “el cerro encorvado”, “el cerro viejo” o “el cerro de los viejos, abuelos o ancestros”. Esta traducción guarda una estrecha relación con una narración mitológica sobre la creación del mundo en las narrativas locales.
 
El mito del Kolijke y el Zempoaltépetl.
Se dice que al inicio de los tiempos, cuando aún no existían las personas, y los cerros eran los gigantes que dominaban el mundo, el cerro Kolijke era amo y señor en la zona y otro gigante emergió de la tierra: el Zempoaltépetl. Eran tan grande que al momento de nacer, de salir de la tierra, ésta se fracturó profundamente, creando los cañones, desfiladeros y cañadas que hoy forman el paisaje. Cuentan que tuvieron una lucha en la que el Kolijke detuvo la sierra para que esta no fuese totalmente arrasada y lo logró. Sin embargo, durante la batalla, el Kolijke perdió la cabeza, la cual salió volando y cayó en el pueblo de Cuacuila. Hoy estos cerros, que siguen ahí, son parte del esplendoroso paisaje. Por un lado el Kolijke, sin cabeza -por eso tiene esa apariencia encorvada- y, por otra parte, el Zempoaltépetl, cuyo nombre significa “veinte montañas”, y se puede apreciar claramente en las zonas aledañas a Huauchinango, en la frontera entre dicha región y los valles cercanos a Zacatlán, como el de “Piedras Encimadas”.
Zempoaltepetl, Huauchinango. Fotografía obtenida del sitio:
 
Hoy en día esos gigantes son dos de los cerros más importantes de la región. También resulta curioso que en el poblado de Cuacuila, se puede visitar un enorme monolito, que sería la cabeza del mismo Kolijke. Con esta narración, a lo largo del tiempo los pobladores de la zona han ofrecido una explicación a la orografía con la que han convivido durante siglos. Desde los cerros, hasta la fractura de la tierra -que se puede observar en la barranca de Patla formada por el río Necaxa-,y el monolito de Cuacuila.
Distintas vistas del cerro Kolijke desde la comunidad de Ocomantla, Zihuateutla. Fotografías del autor.